La industria global de reuniones atraviesa un momento de redefinición. En medio de un escenario marcado por la urgencia climática, la fragmentación política internacional y transformaciones económicas cada vez más veloces, este sector no puede limitarse a adaptarse: debe liderar. Las reuniones, congresos y eventos internacionales ya no son únicamente espacios de intercambio profesional o académico, sino plataformas clave para impulsar agendas de sostenibilidad, diplomacia y desarrollo económico inclusivo. Uno de los grandes desafíos actuales es la necesidad de integrar estándares de sostenibilidad y marcos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) de forma estructurada y coherente en la planificación, operación y legado de los eventos. Para lograrlo, se requiere un esfuerzo coordinado entre asociaciones del sector, actores gubernamentales y operadores de recintos. Iniciativas globales impulsadas por organizaciones como ICCA, EIC y JMIC apuntan a generar una alineación estratégica que facilite la adopción de buenas prácticas, promueva la medición de impactos reales y acelere la transformación de la industria.
La sostenibilidad debe ser el centro de toda estrategia en la industria de reuniones.
El enfoque ya no puede ser opcional ni cosmético. La sostenibilidad no es un atributo adicional, es una condición fundamental para la viabilidad futura de los destinos y del propio sector MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions). Esto implica repensar desde la huella de carbono y el consumo de recursos hasta la inclusión social, el respeto cultural y el legado a largo plazo que los eventos dejan en sus comunidades anfitrionas. En ese contexto, América Latina posee ventajas competitivas únicas. Su biodiversidad, patrimonio cultural y redes comunitarias fuertes representan una base sólida para construir una propuesta de valor distinta y poderosa. Sin embargo, aún existen brechas en la forma en que la región comunica, articula y proyecta estas fortalezas al escenario internacional. Países como Costa Rica han liderado con éxito la implementación de prácticas sostenibles en el turismo de reuniones, demostrando que es posible combinar rentabilidad con responsabilidad ambiental y social. El reto ahora es escalar ese modelo y consolidar una narrativa regional cohesiva que posicione a Latinoamérica como un referente en sostenibilidad aplicada a eventos.
Latinoamérica tiene el potencial para liderar con su biodiversidad y riqueza cultural.
Esto requiere también de una mayor participación de los gobiernos. Las políticas públicas, las inversiones estratégicas y la regulación son piezas esenciales para impulsar transformaciones estructurales. El diálogo entre la industria de reuniones y los tomadores de decisiones debe fortalecerse, saliendo de los espacios tradicionales para entrar en la esfera política y económica de los países. Es fundamental que las autoridades comprendan el valor transversal de este sector: su capacidad para dinamizar economías locales, atraer conocimiento, fomentar innovación y generar relaciones internacionales. Los próximos años estarán marcados por la necesidad de demostrar resultados concretos. Es imprescindible pasar de los discursos a los planes de acción, con hojas de ruta claras, objetivos medibles y mecanismos de seguimiento. En ese sentido, se vienen impulsando iniciativas como “Visión 2030” para América Latina, que busca establecer un marco estratégico con indicadores específicos que orienten el desarrollo de una industria de reuniones más sostenible, resiliente e integrada.
Los eventos no solo conectan personas, también impulsan agendas globales.
La sostenibilidad debe dejar de ser entendida como un objetivo a largo plazo y convertirse en una herramienta de competitividad inmediata. Los destinos que hoy integren esta visión tendrán ventajas no solo reputacionales, sino también económicas. Clientes, organizadores y participantes valoran cada vez más la coherencia ética, el impacto positivo y el compromiso real con el entorno. En definitiva, la industria de reuniones se encuentra ante una oportunidad histórica. Al convertirse en un eje articulador de agendas ambientales, sociales y diplomáticas, puede consolidarse como un verdadero motor de cambio global. La clave está en reconocer ese rol, asumirlo con responsabilidad y construir alianzas que lo hagan posible. América Latina tiene mucho que aportar, y el momento para alzar la voz y liderar es ahora.
Gerente Comercial del Centro de Convenciones de Costa Rica
CEO de ICCA
Director Regional de ICCA Latinoamérica y Caribe
